Mujeres fundamentales en el proceso del cultivo del café

Mujeres fundamentales en el proceso del cultivo del café

Las mujeres siempre han sido fundamentales en el recorrido que sigue el café desde el grano hasta la taza. Para las mujeres de Totonacapan en la Sierra Norte de Puebla, México, el café es un vehículo para mantener a sus familias unidas, proporcionar un sustento digno, educación y un futuro mejor a sus hijos, así como para perpetuar su patrimonio del cultivo de café. Hoy queremos conmemorar algunas de las historias de mujeres totonacas en Puebla que están detrás de nuestro café para reconocer su pasión y espíritu inspirador.

La Cooperativa de Café de Totonacapan nació hace año y medio, y está conformada por 29 mujeres. Todas ellas se conocen y participan en cada paso del proceso de producción de café, desde la siembra, el mantenimiento de la plantación y la cosecha, hasta la molienda húmeda. Su trabajo es un poderoso manifiesto de su compromiso con el bienestar de sus familias y con el legado del café.

La Cooperativa busca ayudar a las mujeres para que sean administradoras de su propia parcela y para que cultiven con las mejores prácticas de café. Para ello, esta comunidad en Puebla se ha unido al programa “Prácticas C.A.F.E.” de Starbucks, que brinda capacitación en prácticas agrícolas y orientación sobre administración básica de sus cultivos, para que las mujeres puedan participar en igualdad de condiciones en las decisiones críticas del cultivo del café dentro de su familia y en las comunidades circundantes.

Desde el principio, Starbucks se ha comprometido en crear un impacto positivo en las comunidades a las que sirve todos los días, incluyendo las regiones productoras de café como Puebla. Es por ello que este año, además de la donación de plantas a través de los programas “Todos Sembramos Café” y «100 Million CoffeeTrees», y de la asesoría que se brinda desde el Centro de Apoyo al Productor ubicada en San Cristóbal de las Casas en Chiapas, la marca tiene previsto instalar un beneficio húmedo ecológico para la Cooperativa de Café de Totonacapan. En el beneficio húmedo la comunidad procesará la transformación del café, de cereza a café pergamino seco, mediante el despulpado, fermentación, lavado y secado del grano.

Las mujeres del café

Olimpia Gabana Ponce, de 43 años, habla totonaca y español, al igual que sus dos hijos. Cuando su esposo emigró al extranjero, ella asumió la manutención de su familia. Desde entonces, para lograrlo, Olimpia se levanta todos los días a las 4:00 de la mañana. “Me voy al molino a esa hora para preparar mis tacos del día, hago mi quehacer de la mañana y me voy al rancho a cuidar mi café. Regreso a casa en la tarde y sigo con el quehacer”, cuenta.

Olimpia, al igual que todas las mujeres de la cooperativa, viste una blusa con un bordado hecho a mano y una falda sostenida con una faja. “Tengo que cortar mi café, llevarlo a casa en costales y despulparlo, al otro día, si ya fermentó, lo lavo y lo seco”, dice Olimpia mientras recolecta el café que corta en su bolsa de paja tejida.

Olimpia Gabana Ponce

Café para ser libres

Jetzabel Pérez López tiene 33 años y también forma parte de la Cooperativa de Café de Totonacapan. “En el campo, las mujeres trabajamos libremente”, dice Jetzabel. Su parcela fue el regalo de bodas que le dio su papá. Jetzabel y su esposo cuidan del terreno que les ha permitido alimentar y dar educación a sus dos hijos, uno de 14 y otro de 9 años. Pero se enfrentaron a grandes dificultades cuando su cafetal fue afectado por la roya. Este año, Jetzabel y su familia tendrán una nueva cosecha.

Jetzabel Pérez López

Mujeres caficultoras que inspiran al mundo del café

Natalia Simón Ponce vive en el municipio de Zongozotla, situado en las montañas del noreste del estado de Puebla en México. Es una orgullosa mujer de la etnia totonaca y habla únicamente esa lengua. Actualmente, Natalia es responsable de 2.25 hectáreas que posee con su marido Gaudencio. Debido a la devastación que sufrió la plantación de café por la roya hace cuatro años, su marido se vio obligado a emigrar a la ciudad para trabajar.

Natalia Simón Ponce

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